Nov. 8, 2022

Conducted, Edited, and Translated by Danielle Ranucci

Sergio Ramírez is Nicaragua’s best-known living writer and a prominent figure in the 1979 revolution that overthrew the Somoza family dictatorship. Ramírez later served as Vice President of Nicaragua from 1985 to 1990. He has published more than 50 books and has received various literary awards, most notably the Cervantes Prize in 2017. Ramírez has lived in exile in Madrid since 2021. This fall, he is a Visiting Professor and is teaching two seminars: an undergraduate course called “Literature and Politics in Latin America” and a graduate course called “Spanish Modernism, 19th to 20th Century.”

Ramírez recently sat down with the Spanish & Portuguese Department to discuss his courses, his life in politics, and his passion for writing. The interview has been edited for clarity and length and is featured here in both Spanish and English.

Entrevista en español:

Departamento de español y portugués de Princeton: ¿Cuáles son sus objetivos en los dos cursos que enseña este semestre?

Danielle Ranucci and Sergio Ramirez

Sergio Ramírez: En primer lugar, explorar el modernismo como un movimiento transformador de la lectura y la visión literaria en la lengua española. Por otro lado, tratar de establecer las relaciones entre literatura y la realidad política en América Latina. Verdaderamente son dos temas que el departamento me ha pedido que trabajar sobre ellos en el seminario, pero a mí me han apasionado siempre estos dos temas. Primero porque modernismo fue una verdadera vanguardia literaria antes de las vanguardias que se presentan en América Latina en las décadas siguientes. Luego la relación entre la literatura y política porque me ha tocado muy de cerca. Tengo experiencia alrededor de este tema. Me parece que ha ayudado a definir lo que es la cultura de América Latina esta relación tanto como ayudó a definirla el modernismo como un movimiento renovador.

SPO: ¿Tiene algunos pensamientos sobre su tiempo con Daniel Ortega?

SR: El tiempo que marché con Daniel Ortega para mí fue un tiempo con la revolución. La figura del caudillo de Daniel Ortega surgió mucho después de que termina la etapa de la revolución. Esto era un movimiento inspirado a distintas corrientes políticas transformadoras que pretendían leer un nuevo perfil de Nicaragua como país. Este era un narrativo que fracasó a los diez años. Hubo que hacer la revolución: tuvo que integrar el poder por la vía de las elecciones. Es un proyecto que quedó trunco y ya se había frustrado de antes, por una serie de circunstancias que tenía que ver con la polarización ideológica, con la guerra civil que desató la revolución misma, y con los errores de conducción de la revolución. La etapa de la revolución es muy distinta de la etapa del año anterior y de que el país está viviendo ahora.

SPO: ¿Piensa que existía un momento en el pasado en que usted u otras personas pudieran haber prevenido estos errores?

SR: Sí. Una revolución es un fenómeno juvenil. Es una revolución siempre echada por gente joven y sin experiencia. Las revoluciones se hacen siempre contra la gente vieja y con experiencia. Entonces, no se puede esperar que una revolución no deja de improvisar. Estas improvisaciones son las que le han costado muy caro, porque se ponen por delante los ideales, y más que los ideales se ponen por delante las ideologías. Y cuando las ideologías son las que trabajan como un motor de una revolución, es donde se lo ponen los grandes riesgos del fracaso, porque las ideologías en el poder siempre tienden a ser intolerantes.

SPO: En una entrevista con el BBC Mundo en septiembre 2021 usted dijo, sobre el potencial de una salida política en Nicaragua, que “Todo régimen termina agotándose. Mientras un régimen más concentra poder, más se debilita. Parece paradójico, pero así es.” ¿Puede elaborar?

SR: Sí, yo creo que un régimen por autocrático que sea necesita consensos. Un régimen necesita un gobierno, necesita voluntades, consentimiento de parte de sectores amplios de la sociedad. Pero no puede gobernar contra la sociedad eternamente. No puede basarse sobre la fuerza, en la represión, en el miedo, en la cárcel o el exilio, porque eso significa que el [régimen] está agotado. Un gobierno siempre se sustenta en bases políticas —consensos, alianzas, concesiones mutuas— pero cuando un gobierno decide no hacer ninguna clase de concesiones, cuando decide que la única manera de actuar es por medio de represión, cuando se aísla internacionalmente, está provocando su propio asfixio. Entonces yo creo que es una cuestión de tiempo, que un régimen de este tipo llega a sucumbir. La concentración misma del poder es la causa de la caída de un régimen.

SPO: ¿Cómo volvió a ser escritor después de político?

SR: Uno puede nacer con vocación política o con vocación de escritor. Si alguien nace con la vocación política y de repente se pone en la camisa de escritor, un día dejará esa camisa y volverá a lo suyo, la política. Y al revés. Si un escritor un día se pone en la camisa de política volverá a ser escritor, y es lo que ocurrió conmigo.

SPO: ¿Cómo difieren sus metas como escritor de sus metas como político? Por ejemplo, no puede directamente cambiar la situación política como escritor, pero puede hacer otras cosas.

SR: Yo creo que la portación de un escritor de cambiar la situación política de un país es bastante ambiciosa. Yo creo que la literatura tiene que ser vista como un espacio crítico dentro del cual la ficción puede representar situaciones de la vida real. El lector puede ver como en el espejo lo que ocurre en la sociedad a través de los personajes ficticios. Esto me parece es que es la objetividad de la ficción: abrir un espacio crítico. Siempre que un libro mantenga este espacio crítico y se abra a examinar con mucha lucidez la situación de un país, puede llegar a tener un sentido profético. Y esto es muy importante.

SPO: ¿Por qué continúa a escribir?

SR: Porque escribir es una necesidad. Para mí es una necesidad. Yo me sentiría muy desolado fuera de la escritura. Me sentiría que mi vida no tiene ningún sentido, no tiene razón. La razón de ser de mi vida es la literatura. Y no la cambiaría por nada.

Interview in English:

Princeton Department of Spanish & Portuguese: What are your goals in teaching your two courses at Princeton this semester?

interview with sergio in lounge

Sergio Ramírez: First, to explore modernism as a transformative literary movement and its influence on Spanish-language writing. Second, to try to establish the relationships between literature and political reality in Latin America. The department has asked me to focus on these two subjects in this seminar, but really, I’ve always been passionate about these topics. First, because modernism was a true literary avant-garde movement preceding the Latin American avant-garde writers who published in the following decades. Then, I’ve been personally affected by the relationship between literature and politics. That is to say, I have experience with it. It seems to me that this relationship has helped define Latin American culture as much as it helped define modernism as a revitalizing movement.

SPO: Do you have any thoughts about your time with Daniel Ortega?

SR: For me, the time I marched with Daniel Ortega was a time of revolution. Daniel Ortega as a ‘caudillo’ figure emerged long after that stage of the revolution ended. The revolution was a movement inspired by different influential political currents that sought to create a new vision of Nicaragua. This vision failed after ten years. The revolution’s power had to be integrated into society through elections. This project was frustrated by various circumstances having to do with ideological polarization, the civil war that unleashed the revolution itself, and errors in carrying out the revolution. That stage of revolution is very different from the stage the country experienced a year before, and from the stage it’s experiencing now.

SPO: Do you think there was a time in the past when you or others could have prevented those errors?

SR: Yes. Revolution is a phenomenon of youth. A revolution is always launched by the young and inexperienced, always against older people with more experience. So, it’s only to be expected that a revolution always has to improvise. These improvisations cost the revolution dearly, because ideologies get put above ideals. And when ideologies become a revolution’s driving force, the revolution bears a great risk of failure, because ideologies in power always tend towards intolerance.

SPO: In an interview with BBC Mundo in September 2021 you said, about the potential for a political solution to Nicaragua’s dictatorship, “Every regime ends up running out of steam. The more a regime concentrates its power, the more it weakens. It seems paradoxical, but it is true.” Can you elaborate?

SR: Yes, I believe that a regime, however autocratic, needs consensus. A regime needs a government, it needs the willing consent of broad sectors of society. But a regime can’t rule against society forever. A regime can’t be based on force, on repression, on fear, on imprisonment, or on exile. Because that means that the [regime] is running out of steam. A government always has a political basis—it’s based on consensus, alliances, and mutual concessions—but when a government decides not to concede, when it decides that the only way to act is through repression, when it isolates itself from the world, it causes its own strangulation. I believe it’s only a matter of time before this kind of regime succumbs. Its very attempt to concentrate power is the cause of its downfall.

SPO: How did you become a writer again after being a politician?

SR: One can be born with a political vocation or with a vocation as a writer. If someone is born with a political vocation and suddenly puts on a writer’s ‘shirt,’ he’ll eventually take off that shirt and return to his own calling, politics. And vice versa. If one day a writer puts on a politician’s ‘shirt,’ he’ll eventually become a writer again, and that is what happened to me.

SPO: How do your goals as a writer differ from your goals as a politician? For example, you can’t directly change the political situation as a writer, but you can accomplish other things.

SR: I think the ability of a writer to change a country’s political situation is rather ambitious. Literature should be seen as a critical space in which fiction can represent real-life situations. Literature can be like a mirror that, through fictional characters, reflects to the reader what happens in society. This seems to me to describe fiction’s objectivity: opening a critical space. As long as a book maintains this critical space and provides a very lucid examination of the situation in a country, its meaning can be prophetic. And this is very important.

SPO: Why do you keep writing?

SR: Because writing’s a necessity. For me it is a necessity. If I weren’t writing, I would feel very desolate. I would feel my life has no sense, no meaning. The meaning of my life is literature. And I wouldn’t trade that for anything.